Como dice la canción de Ricardo Arjona, pero en mi caso, es mi novio el que se me está poniendo viejo, o el que se puso viejo sin yo darme casi cuenta.
Yo confieso que son de esas cosas de las que no quieres tomar conciencia, te cuesta aceptar, pero un día descubres que tu papá ese que te sentaba en sus rodillas, te leía un cuento, te cuidaba de la lluvia, te enseñó a comer mangos, te traía Mc Donalds los viernes en la noche, te protegía como si fueras de porcelana china, ya no es el mismo. Ahora, te toca a ti asumir el rol de protección convertirte en su mamá-hija, cuesta entenderlo y creo que en el proceso me he resistido en más de una ocasión a aceptarlo.
Un día me descubrí a misma pensando, “yo no tengo 2 hijos, tengo cuatro, mi mamá y mi papá se han vuelto otros dos niños a los que cuidar”. Y en ese proceso estoy. Es complicado, nos cuesta invertir roles, procesar que los que un día nos levantaron del suelo para sacudirnos de una caída ahora son los que necesitan que les demos la mano para caminar.
Mi papá hoy apago las velitas de su cumpleaños 88, me encanto cumplirle sus sueños que son como ha sido toda su vida, simples, sencillos, sin lujos. Quería un dulce, su comida preferida que son mariscos (a mí también me encantan), algo que tomar (cuando dice eso se refiere a un jugo de pera, si es preferible) y estar con su familia.
Mientras apagaba las velas y cantaba el cumpleaños, pensé mi papá me compro cerca de 18 cake de cumpleaños a lo largo de mi vida, nunca por chiquito que fuera dejo de celebrarme un cumpleaños, celebro cada uno de mis logros, me dio hasta lo que no tenía para que yo cumpliera mis sueños, si tengo un héroe en la tierra es él. Todo lo que soy se lo debo a él.
No me voy dar golpes de pecho, la relación con mi papá nunca ha sido fácil, ambos tenemos caracteres fuertes, los que nos conocen dicen que nos parecemos mucho por eso chocamos. Discutimos un día sí y otro también, es como un niño rebelde, le dices que haga algo y hace todo lo contrario, mañas de la edad o simplemente la resistencia a aceptar órdenes de alguien a quien por naturaleza él debía darles las órdenes.
Mi padre me tuvo a los 40 y tantos años, casi a la edad que yo tengo actualmente, soy su única hija, la niña de sus ojos, y aunque él no lo sabe en estos tiempos donde los roles se han invertido me ha enseñado muchas cosas. Y es que cuando nos volvemos los padres de nuestros padres, es como cuando tenemos hijos nadie nos dice cómo hacerlo pero aprendemos en el proceso.
¿Qué he aprendido en este proceso?
Que no soy perfecta que me equivoco y por ende a perdonarme si me exaspero porque no me hace caso.
A trabajar en mi paciencia, en tenerme paciencia a mi primero para luego poder a él. (confieso que sigo trabajando, el camino es duro)
A agradecer a Dios a la vida que me dan la oportunidad de poder hoy por hoy gozar mi papá, aun con todos sus achaques y quejas, porque sé de quienes nunca pudieron y no podrán disfrutar el ver a sus padres envejecer.
Volverte la madre o el padre de tu padres, no es un tarea fácil, pero es un privilegio y un desafío, me siento orgullosa de poder hacerlo.
Por lo pronto, hoy en el cumpleaños de mi papá me senté en sus piernas como hace años no lo hacía, lo hice un momento para tomarme la foto, pero se sintió bien fue como retroceder el tiempo, aunque lo único que él me dijo fue“ jo, si estás pesada” ( ven porque digo que mi papá es único).
Sí, mi novio se me está poniendo viejo pero que bueno es poder seguir celebrando la vida con mi Paulo.
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