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Writer's pictureMarta

CON EL ESPíRITU DEL GRINCH


P,D.: Santa Claus no sufrió durante la sesión de fotos para este blog. Lo hice en la escuela hace sopotocientos años y aún lo conservo.




Hora: 11 de la mañana
Día: 15 de diciembre de 2018
Lugar: Estacionamientos de un Centro Comercial

Los hechos:
Dos conductores intentan violar la Ley de Newton, esa que dice que dos cuerpos no pueden ocupar el mismo espacio…, los dos pretenden estacionar sus autos en el único lugar disponible para hacerlo….y bueno, como es imposible violar la Ley de Newton, uno de ellos se queda sin parking…y es justo ahí donde se forma la de San Quintín, insultos van y vienen, mentaderas de madre y gritos
Primer Conductor: tú eres un cara de ver….. (piiiiiiiiiiií)
Segundo Conductor: más cara de ver…(piiií)eres tu
Primer Conductor: bájate del carro que te quiero sacar la chuch.. (piiiií)
Segundo Conductor: vete a la mierda
Primer conductor se baja del carro, camina hacia el segundo conductor y los demás en el lugar
comienzan a presionar los pitos de sus autos con lo que el lugar se vuelve un caos. Todo eso, mientras de fondo suena el villancico “Santa Claus nos viene visitar”

Ante el dantesco panorama, interiormente me digo, nada como estar en el estacionamiento de un centro comercial luego del pago de la quincena y el décimo, para sentir el verdadero de espíritu de la Navidad….

Sí, estoy siendo sarcástica, y es que debo confesar que toda mi vida he sido un poquito el Grinch de la Navidad, aunque sin la cara color verde moco, la mía es blanca color pus; en fin no recuerdo la época exacta en que descubrí que el chip del espíritu de la navidad no venía incluido en mi paquete. Así como lo juguetes que no traen las baterías incluidas.

De pequeña me gustaban los regalos, los añoraba, pero como a los 16 años me salió el Grinch con todo, no me gustaban los villancicos (siguen sin gustarme mucho), decorar la casa no era de mis actividades favoritas y en general me invadía una tristeza inexplicable, me entraba ganas de llorar por todo, parecía mujer preñada en su primer trimestre de gestación.

Debo confesar que eso cambio un poco cuando nació mi primogénita, la primera navidad con ella la disfrute tanto, que prometí dejar de ser Grinch y lo logré, en parte. De hecho tanto mi primogénita como mi segundo vástago AMAN la navidad, porque se las he hecho disfrutar al máximo. Yo, en cambio, he aprendido a sobrellevarla pero amarla, lo que es amarla, aun no lo he logrado.

Ahora, debo decir que no soy un espécimen raro, si usted que me lee se identifica con lo que escribo, no se sienta mal, se dice que el 80% de la población ha sentido esa rara sensación de que la navidad le da más tristeza que alegría, que tal? Somos muchos, aunque algunos no lo confiesan.

¿O usted por qué cree que hay una película sobre el tema? Porque existimos. Ahora, hay quienes se van a los extremos, hace unos días un hombre quemo el árbol de navidad que estaba en la Plaza Independencia de Pachuca, en México. Ese si es un Grinch o un loco….

Ahora, mientras escribía esto converse con un psiquiatra amigo mío, y me dijo “eso que usted siente es normal. Y con su habitual humor agrego, “yo para navidad desde niño pedía ser rico, famoso y playboy, y me toco ser feo, negro y muerto de hambre”. Bromas aparte, me explico que en realidad lo que sienten los Grinch durante esta época del año se debe a la nostalgia por planes no realizados, familiares fallecidos, además del tumulto de gente, los gastos, las creencias, etc. todo eso saca a flote cualquier Grinch.

El consejo que da el psiquiatra es que, como en su caso, “él no va a dejar de ser negro, feo y muerto hambre, hay que aprender a seguir caminando, es decir vivir con ello y no morir en el intento. Lo que no logro en un año, no lo va a lograr en 31 días, así que mire mejor sus logros y no sus desaciertos. Si hay que reír, reírse; si hay que llorar, llorar y ayudar al que pueda.

Confieso que estoy siguiendo el consejo del psiquiatra, desde al año pasado he decidido no pedir nada material, si llega bien sino no pasa nada. En esta época quiero dar más que recibir, aunque si me quieren regalar un carro no me pongo brava.

Y mientras tanto, seguiré en la fila para pagar las compras navideñas, con cerca de 50 personas delante de mi (confieso que deje las cosas para última hora), tratando de no voltear y decirle decentemente al que está a mi lado presionándome las costillas con su codo, que no puede violar la Ley de Newton, que dos cuerpos no pueden ocupar el mismo espacio y que por mucho que me empuje yo llegue primero. Ok. Todo esto mientras al fondo suena “Cascabel, cascabel lindo cascabel son sus notas de alegría va anunciando él”


Por lo pronto, apago y nos vemos en la próxima, pero ante de despedirme, cuéntame tú también eres Grinch?

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